El origen de la porcelana

El origen de la porcelana se remonta a unos 2000 años atrás cuando en una región de China, donde actualmente se encuentra la ciudad de Jingdezhen, y donde se encuentran abundantes depósitos de caolín, material esencial para la fabricación de la porcelana.

Aunque para conseguir la blancura que caracteriza a la porcelana, se tomaron 800 años de trabajo, evolución y perfeccionamiento.

Estas piezas de porcelana se fabricaban exclusivamente para la corte imperial. Y en torno al siglo XIII, se empezó a exportar al resto de Asia, y en el siglo XVI llegó a Europa. Posteriormente, se exportó también al continente americano, junto con los cargamentos de té chino.

La porcelana más codiciada era el tipo conocido como “azul y blanco”. Para su fabricación se utilizaba arcilla de color blanco puro sobre la cual se pintaban asombrosos  y excelentes dibujos florales en un tono azul, gracias a un pigmento importado del oeste de China. Muchos europeos intentaron imitar y fabricar ellos mismos su porcelana azul y blanca, pero siempre obtenían un resultado negativo.

No fue hasta el siglo XVIII que los ceramistas europeos consiguieron hacerse con la secreta receta de los alfareros chinos y recrearon la porcelana con caolín y alabastro.

La fabricación de la porcelana

La porcelana es un material muy selecto que consta de un proceso de fabricación complejo. La porcelana es un material cerámico que se fabrica calentando la arcilla hasta temperaturas extremas de 1400ºC en hornos especializados.

Gracias a estas temperaturas extremas junto a la cantidad exacta de materiales, da como resultado una porcelana fuerte y vitrificada, tal como la conocemos hoy en día.

Estas cualidades convierten a la porcelana en un elemento muy útil para la elaboración de menaje para comida y bebida, o para objetos utilizados en el sector tecnológico e industrial.

Porcelana: de qué se compone

Como hemos adelantado, la porcelana se encuentra compuesta principalmente por caolín o caolinita. Además de este, se utilizan diversas cantidades de otros materiales como feldespato, vidrio, alabastro o cuarzo para darle distintas propiedades a la porcelana.

Para su formación pueden utilizarse tornos de alfarería para darle la forma deseada, método utilizado tradicionalmente, y posteriormente cocerlo en el horno para fijar la forma y vitrificar la arcilla. También pueden utilizarse en su defecto moldes para darle la forma deseada y después cocerlos en el horno. Posteriormente a este proceso, pueden añadirse esmaltes o pinturas para añadir decoraciones o colores al objeto de porcelana.

La porcelana, un material emblemático

La porcelana ha evolucionado a lo largo de los siglos, convirtiéndose en un material emblemático apreciado en todo el mundo. Desde su origen, la porcelana se ha convertido en una obra de arte codiciada. La complejidad de su fabricación, sometida a temperaturas extremas en hornos especializados, garantiza propiedades únicas y una durabilidad que con pocos materiales podemos conseguir.

Además, ya sea moldeada en tornos de alfarería o utilizando moldes, la porcelana puede adquirir la forma que se desee, lo que lo convierte en un material versátil que admite altos grados de personalización.

También, el toque final, con esmaltes o pinturas, añade una dimensión decorativa, que hace que se puedan crear productos decorativos para el hogar.